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  Matías Corredor Ciudad de México, lunes, 17 de junio de 2024 Les quitó la tierra, el lo do; los sacudió, les retiró las agujetas para después lavarlos con agua y jabón. Los talló a conciencia mientras se repetía asi misma, “todo pasa, mañana es una nueva oportunidad; esto con agua y jabón se quita.”  Dejar impoluto tu uniforme, tus coasas, es una forma más de decirte te adoro, que te quiero muchisimo. Son muestras de cariño, así lo veo.   Es que quizá viendo tu uniforme limpio, tus cleats limpios, tu equipo de protección limpio, quizá me entiendas que es borrón y cuenta nueva. Se aprende. Uno se enjuaga las lágrimas, y sigues. Y sigues. Y sigues, porque no hay más que hacer. Lo único constante es el cambio y a él no puedes resistirte, porque si lo haces, estás condenado a sufrir. No sé si un día logre explicar el nudo que siento en la garganta al verte en el campo jugando de corredor. Estaba acostumbrada a verte taclear, a que tiraras a cuanto jugador se te...

Niña runner

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Regina corrió sus primeros metros en la carrera Kardias 2016 en un tramo del Museo de Antropología hasta Arquímedes. Había empezado la carrera dos kilómetros atrás con la carreola dúo y Matías y Regina a bordo de ella. Entre la marabunta de gente corriendo, caminando, con mascotas o niñitos de su edad corriendo, ella se animó. “Quiero correr”, dijo. La desabroché de su asiento, y comenzamos a correr juntas, yo con la carreola, y ella a mi lado. “Quiero a mi perro”, sugirió. Tomé de su asiento un perro de peluche que no suelta ni a sol ni sombra. Lo estrechó entre sus pequeños brazos y emprendió la marcha. A los pocos metros se percató que correr con aquél juguete era complicado y no le permitía mover los brazos con naturalidad, así que se detuvo, yo con ella, y me lo dio. Seguimos corriendo sobre Reforma. La animaba y le decía “Muy bien mi nena, vas muy bien, corres  muy rápido, preciosa”. Mi euforia y enorme gusto y orgullo por ver a mi pequeña hija de apenas dos años 9 meses...

El Oso, Silvo y Brasso

El olor de las botas bien lustradas deambulaba por el departamento en la calle de Felipe Villanueva. Silvo y Brasso en el suelo para no ensuciar aquella sala dura; franelas por doquier, unas para los botones, otras más para las botas. La zapatera tenía cualquier cantidad de tintas, grasas, cepillos, brochas y jabón de calabaza. Cada día, alrededor de las 19:00 horas mi hermano se sentaba en aquella sala a lustrar las botas de ese uniforme caqui que tanto aborrecía yo, sin ser alumna. Pasaba al menos hora y media en hacer la labor de limpieza de botas, botones, insignias. Debía verse deslumbrante, sin un ápice de opacidad, que la luz pudiera reflejarse en aquellas superficies. Víctor tomaba una bota, le quitaba las agujetas, metía su mano izquierda en ella y a continuación boleaba fuertemente el calzado. Luego embadurnaba la superficie con grasa El Oso, para continuar con la otra bota y hacer lo mismo. Ya que estaban listas ambas botas, las volvía a bolear, acaso dejando un...

Niñita reportera

Tacón, vestido, bolsa, labios carmín y lap top del lado izquierdo. Del otro, loncherita de Peppa Pig con un refrigerio, y mochilita de princesas con juguetitos. Cobijita rosa, y niña de dos años en brazos cargando al cachorro de Bubble Guppies.  Se registró, tomó el boletín y se sentó al fondo, cerca de la puerta y lejos de los camarógrafos. Sabía que la niña haría ruido. La penumbra del Lunario ayudaba a que la pequeña pasara inadvertida. Extendió la cobija en el suelo, sentó a la niña y sacó el tupper con las uvitas cortadas en finos pedazos para que las deglutiera en silencio. "Mamá, ¿quieres?" - no, tú. y llevaba el índice a la boca en señal de silencio. La niña entendía. Antes de salir de casa, el drama de siempre con los vestidos. "¨¡Este no mamá!". Pero ella no le hizo caso. Comenzó la conferencia. Los nominados, un video espectacular que dejó a la niña impávida, como cuando va al cine. Callada. Sacó de la mochilita de princesas unos juguetes. Armó una to...

Odile el huracán toro

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Hacía más de tres décadas que Los Cabos, Baja California, no recibía un huracán categoría 4. Odile fue la excepción. La población no esperaba un huracán de tal magnitud, tampoco imaginaba cómo podía impactar la zona, hasta que lo tuvo encima. Supimos de la posibilidad de un huracán hasta que llegamos al aeropuerto de San José del Cabo. Contábamos con que sería alguna depresión tropical o algo similar. El viaje lo hicimos para ver a mi primo Ramón, que el 12 de septiembre era su cumpleaños y queríamos estar con él, luego de más de 10 años sin verlo, fue por ello que no reculamos en irnos. Matías estaba muy emocionado con el avión, decía "ya vamos a volar, mamá" Los días eran soleados, con fuerte viento y el oleaje siempre en bandera roja. El mar con olas escandalosas y revolcadas no nos permitía si quiera tocarlo. Pasamos horas en la alberca, jugando con los niños, quienes estaban contentos de nadar y pasear.  En la noche del 12 de septiembre, cenamos con mi primo...

Gracias Guardería 005 IMSS

Gracias Guardería 005 IMSS México D.F. a 15  de julio de 2014 Llegué a la guardería con un  bebé de tres meses, una pañalera cuidadosamente hecha y tres mamilas Avent esterilizadas. Me regresaron las mamilas, revisaron la pañalera y a Matías. Todo bien. A ese pequeño niño que berreaba por leche cada tres horas exactas lo cuidaron Miss Maru, Miss Jaqueline y Miss Claudia en sus primeros días en el turno matutino. Nunca pensé que serían todas ellas quienes me enseñarían y refinarían el arte de ser mamá. Era agosto de 2011. Luego de cuatro días en adaptación, pude irme a trabajar con un nudo en la garganta, los ojos llorosos y la conciencia tranquila: Matías estaba en buenas manos. La Miss Maru me dijo “Usted déjenos hacer nuestro trabajo”. De la noche a la mañana supieron cómo calmar el grito vehemente de un bebé recién nacido clamando por brazos, por arrullos, por leche, por amor. Matías se adaptó muy rápido al sistema de la guardería y a sus horarios. En la s...

Ser madre cambió mi termómetro

Ser madre me volvió más sensible, más humana, diría yo. Tener a Matías en mis brazos implicó que de una u otra forma mi vida estaría ligada a la suya.  Ser madre cambió mi termómetro. Ahora sé que cuando yo tengo frío es casi seguro que él también y por ello debo cuidarlo y taparlo... o atenerme a pagar el pediatra...  Descubrí en mi a una mujer amorosa, cariñosa, capaz de explotar en caricias y besos y palabras dulces con tan solo ver su carita inclinada en mi pecho. Hizo de mi una mujer sensible.  Ahora sé lo que es llorar de emoción porque camina, gatea, habla o hace pucheros. Ser mamá me hizo más humana y sensible. Supe del dolor ajeno y dejé de burlarme de Carmen Salinas.  Mi mundo es diferente. Mi visión también. Entiendo ahora el maltrato animal, a pesar que no soy fan de las mascotas.  Mat...