Ser madre cambió mi termómetro

Ser madre me volvió más sensible, más humana, diría yo. Tener a Matías en mis brazos implicó que de una u otra forma mi vida estaría ligada a la suya. 

Ser madre cambió mi termómetro. Ahora sé que cuando yo tengo frío es casi seguro que él también y por ello debo cuidarlo y taparlo... o atenerme a pagar el pediatra... 

Descubrí en mi a una mujer amorosa, cariñosa, capaz de explotar en caricias y besos y palabras dulces con tan solo ver su carita inclinada en mi pecho. Hizo de mi una mujer sensible. 

Ahora sé lo que es llorar de emoción porque camina, gatea, habla o hace pucheros. Ser mamá me hizo más humana y sensible. Supe del dolor ajeno y dejé de burlarme de Carmen Salinas. 

Mi mundo es diferente. Mi visión también. Entiendo ahora el maltrato animal, a pesar que no soy fan de las mascotas. 

Matías vino a enseñarme cómo ser su mamá. Vino a mostrarme cómo es que las galletas María saben mejor si vienen de su mano, o cómo los besos babeados en las mejillas son mejores que los dados en la boca.

Supo explicarme por qué es fan de su papá y aún más, me mostró con hechos por qué fue una buena elección a pesar de las vicisitudes. 

Este pequeño niño de apenas un año cinco meses de edad, vino a romper mi idea del mundo. Me enseñó a caminar con él enredado en mi pierna y a hacer malabares entre pañalera, bolsa, tacones del 12, su cobija, la laptop y él. 

De pronto me sorprendí queriendo ser la mamá de todos los niños de la calle. Comprendí que el mejor regalo que le puedo dar es el amor, los abrazos, besos, las palabras, la paciencia, la tolerancia, los valores que le inculquemos. 

¿Cómo contrarestar todo lo que él me ha enseñado en tan solo un año? él es mi vida. Gracias Dios por darme una sonrisa tuya en mi hijo. 

 

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