Mamá Amparito falleció en enero... un dos de enero de hace seis años. Su estado de salud había decaído en los últimos cuatro años. El roble que parecía agarrar a toda la familia, de pronto perdió fuerza y vigor. La veíamos sentada frente al televisor en esa silla blanca de plástico. Se tapaba con un chal, se acurrucaba y esos ojos azul profundo se desvanecían entre cabeceadas de sueño interminable. Tenía una programación selecta y preferida. Después de tomar su café con leche y pan dulce, en esa taza color verde que aún conservamos, se paraba de la mesa para ir directo a la sala, donde reposaba el almuerzo y veía la televisión en el canal 11. Terminaba algún programa y/o película y entonces desayunaba bien: huevito, leche, pan, un guisadito del día anterior. Todo en perfecto silencio, si a caso el arrastrar de sus chanclitas rompía el sigilo de su cálida casa. De pronto recordaba alguna vieja canción y la silbaba, en algunas partes la entonaba a pecho vivo y volvía a silbar....
Unos dedos suaves se deslizaron por los senos. Estaba asustada: tenía algún tiempo que no lo hacía y hoy le generaba sospecha, duda, temor. Inhalaba y exhalaba con profundidad, como si en esa bocanada de aire tuviera un poco de esperanza. Tenía meses que algo la molestaba pero ella nunca fue opción: A mi jamás me pasará. Morir de cáncer no es opción. Desde hace 15 años Avon empezó con una cruzada por la salud a fin de que las mujeres exploren sus senos no importando la edad. A las mujeres no las mata el desamor; no las mata la tristeza: las mata el cáncer por descuido, por incredulidad. Hoy en día en México mueren de ocho a once mujeres diariamente por cáncer de mama. De los distintos tipos de cáncer de mama que existen, una de cada cuatro mujeres lo padece. El cáncer no tiene por qué ser mortal si se detecta a tiempo. Fue por ello que Avon impulsó esta campaña de exploración y cuidado de la mujer, e implementó un programa para hacer el examen de papanico...
Yo nací un 27 de abril del 2005. Mi madre fue la tierra y fuimos 34 hermanos los que nacimos ese mismo día. Hablo de Veracruz y el temazcal que me hizo vibrar, me hizo renacer, me hizo despertar. Veracruz me envolvió con su misticismo, su olor a tierra húmeda y su calor húmedo. Fue un viaje de desconstrucción y reconstrucción del alma, del cuerpo, del amor propio. Mi condición física distaba de ser buena y el viaje en sí requería de bajar un sendero estrecho para llegar al Río Filobobos, o caminar kilómetros para llegar a zonas arqueológicas como Cuajilote, Vega de la Peña, Tajín. Experimenté el cansancio extremo. La inmensidad de la naturaleza me invadió, se impuso ante mi como un Dios y sólo me quedó postrarme ante flora y fauna como centro de todo. Por esos años tuve un mal de amores. Un alguien que marcó mi vida y mi destino de dolor fue el responsable de que Veracruz me interrumpiera de su paz, su silencio absoluto y su olor a vida... la que a mi me hacía falta. ...
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